Los Testigos de Jehová Calumniados...

"Porque, verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella”.(Hechos 28:22)

¿Buscaron los Testigos de Jehová un acuerdo con Adolfo Hitler?


Muchas personas mal intencionadas se empeñan en mostrar a los Testigos de Jehová como una organización religiosa que apoyo activamente el Regimen totalitario de Adolfo Hitler, dichas personas mienten descaradamente ya que historiadores han documentado el buen testimonio de este valiente grupo de cristianos genuinos conocidos como los "Triangulos Purpuras" quienes a riesgo de su propia vida fueron capaces de enfrentarse a toda la maquinaria belica impuesta por Hitler en la Segunda Guerra Mundial, comparados con los Judios ciertamente los Testigos de Jehová eran menos y no hay duda que Hitler pudo haberlos exterminado por completo, sin embargo la historia muestra que su ferrea determinación han dejado un legado historico que ha suscitado la admiración incluso de sus mas acerrimos enemigos.

Para aquellos que duden de la veracidad y la neutralidad de los testigos de Jehová en esos tiempos turbulentos a continuación presentamos dos versiones de diferentes fuentes, la primera tomada del MUSEO DEL HOLOCAUSTO de los Estados Unidos donde podrá examinar con sus propios ojos un excelente testimonio de estos valientes cristianos que se negaron a siquiera hacer el conocido saludo nazi "HEIL HITLER" y se cuelga textualmente la información tomada de la página oficial de los Testigos de Jehová donde se muestran aspectos relevantes sobre esa epoca y se desmienten algunas calumnias de los más acerrimos enemigos autodeclarados que no tienen reparos a la hora de torcer la historia y la realidad.

Los Testigos de Jehová en el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos

Fuente de la Información:
Sitio Oficial de los Testigos de Jehová

Los testigos de Jehová se enfrentaron con valor al peligro nazi

A LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ se les conoce bien por su firme adherencia a la Palabra de Dios, la Biblia. Frecuentemente, ese proceder requiere valor de su parte, y ejerce una gran influencia en su vida y en sus relaciones con los demás.

Por ejemplo, los Testigos tienen en alta estima a las personas de todo antecedente étnico y cultural. Aman a Dios y al prójimo (Mateo 22:35-40). De hecho, concuerdan por completo con lo que escribió el apóstol Pedro: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:34, 35).

Es también del dominio público el respeto que los testigos de Jehová tienen a la ley, el orden y las autoridades gubernativas. Jamás han sido un semillero de insurrección, ni lo serán nunca. Así es aun cuando en algunos países se les persigue debido a que adoptan la misma postura que los apóstoles: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hechos 5:29; Mateo 24:9). Al mismo tiempo, los Testigos reconocen el derecho de otras personas a regirse por los dictados de su conciencia en materia de adoración.

La valiente postura cristiana de los testigos de Jehová de Alemania y de otros países bajo el dominio de Adolf Hitler está bien constatada. Un señalado acontecimiento que tuvo lugar en Berlín (Alemania) en 1933 ilustra su valor, su amor a Dios y al prójimo y su respeto a la ley, el orden y la libertad religiosa.

No buscaron un acuerdo con Hitler

Han transcurrido más de cincuenta años desde que el espantoso reinado hitleriano de racismo y asesinato, que duró doce años, llegó a su fin. Sin embargo, el régimen nazi abrió unas heridas que afligen a la humanidad hasta el día de hoy.

La historia reconoce que solo unos pocos colectivos alzaron su voz con valentía contra el terror nazi. Entre ellos estuvieron los testigos de Jehová, de quienes se ha dicho que fueron “una pequeña isla de inagotable resistencia [moral] en el seno de una nación aterrorizada”. Su actitud valerosa está bien documentada por respetados historiadores.

Sin embargo, unos cuantos críticos, entre quienes figuran algunas personas que en un tiempo fueron testigos de Jehová, los acusan de haber buscado al principio un acuerdo con el régimen de Hitler. Afirman que los representantes de la Sociedad Watch Tower fracasaron en su intento de congraciarse con el nuevo gobierno y que, al menos durante algún tiempo, respaldaron la ideología racista nazi que culminó en el asesinato de seis millones de judíos.

Estas graves imputaciones son absolutamente falsas. A continuación examinamos con franqueza los sucesos en cuestión, fundándonos en la documentación disponible y el contexto histórico.

Una mirada retrospectiva

Los testigos de Jehová han llevado a cabo sus actividades en Alemania durante más de cien años. En 1933, había por todo el país unos veinticinco mil Testigos que adoraban a Jehová Dios y distribuían publicaciones bíblicas.

A pesar de las libertades que la constitución alemana de aquel tiempo confería, fueron objeto de frecuentes campañas de difamación, principalmente instigadas por los opositores religiosos. Ya en 1921 se acusó a los Testigos, llamados entonces Ernste Bibelforscher (Estudiantes sinceros de la Biblia), de confabularse con los judíos en actividades políticas subversivas. Se les tachó de peligrosos “gusanos judíos” bolcheviques, aunque jamás se presentó prueba alguna en apoyo de tales acusaciones. Más tarde, el teólogo suizo Karl Barth escribiría: “La acusación de que los testigos de Jehová tienen conexiones con los comunistas solo puede deberse a un malentendido involuntario, o quizá deliberado”.

Una revista religiosa alemana lanzó la acusación de que los Testigos y los judíos se habían conjurado en movimientos revolucionarios. En respuesta, la edición en alemán de la revista The Golden Age(precursora de ¡Despertad!) del 15 de abril de 1930 declaró: “No vemos motivo alguno para tomar esta acusación como un insulto, pues estamos convencidos de que, cuando menos, un judío es tan respetable como un cristiano nominal; pero rechazamos la mencionada falsedad del panfleto religioso porque su objetivo es menospreciar nuestra obra, como si no se hiciera por causa del Evangelio, sino de los judíos”.

Así mismo, el profesor de Historia John Weiss escribió: “Los Testigos estaban libres del nacionalismo racial alemán y de la amargura de siglos contra los judíos por no haberse convertido. Acaso con aire de suficiencia, aún profesaban la originaria creencia cristiana de que era preciso convencer a cuantos pudieran convertirse a Cristo”.

¿Qué sucedió cuando Hitler llegó al poder?

El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler fue nombrado nuevo canciller de Alemania. Al principio, su gobierno trató de ocultar su naturaleza violenta y extremista. De ahí que a principios de 1933, los Testigos, igual que otros millones de alemanes, considerasen al Partido Nacionalsocialista (nazi) la legítima autoridad gubernativa del momento. Los Testigos esperaban que el gobierno nacionalsocialista comprendiera que constituían un grupo pacífico y observante de la ley que no presentaba ninguna amenaza subversiva para el Estado. Ese deseo no suponía ninguna violación de los principios bíblicos. Lo mismo que en otros países, los Testigos deseaban informar al gobierno de la auténtica naturaleza apolítica de su religión.

Pronto se hizo patente que los testigos de Jehová figuraban entre los primeros objetivos de la brutal represión nazi. De nuevo se les acusó de complicidad en una pretendida conspiración judeobolchevique. Se inició una campaña de persecución.

¿Por qué se acarreó las iras del nuevo régimen una comunidad religiosa tan pequeña? El historiador Brian Dunn señala tres razones fundamentales: 1) Su alcance internacional, 2) su oposición al racismo y 3) su postura neutral con respecto al Estado. A causa de sus criterios basados en las Escrituras, los testigos de Jehová alemanes se negaron a efectuar el saludo hitleriano, apoyar al Partido Nacionalsocialista o participar posteriormente en actividades militares (Éxodo 20:4, 5; Isaías 2:4; Juan 17:16).

En consecuencia, soportaron amenazas, interrogatorios, registros domiciliarios y otras formas de acoso de la policía y las SA (lasSturmabteilung de Hitler, tropas de asalto o Camisas Pardas). El 24 de abril de 1933, unos funcionarios confiscaron y clausuraron las oficinas de la Sociedad Watch Tower situadas en Magdeburgo (Alemania). Tras un riguroso registro que no aportó ninguna prueba incriminatoria, y a instancias del Departamento de Estado de Estados Unidos, la policía devolvió la propiedad. No obstante, para mayo de 1933 los Testigos estaban proscritos en varios estados alemanes.

Los Testigos actúan con valor

En este período inicial, Hitler se esmeró en presentarse ante la opinión pública como un defensor del cristianismo. Se comprometió a respetar la libertad religiosa y prometió que trataría a las confesiones cristianas “con objetiva justicia”. A fin de promocionar su imagen, el nuevo canciller se dejaba ver en las iglesias. Para ese tiempo, muchas personas de países que más tarde declararían la guerra a Alemania hablaban con admiración de los logros de Hitler.

Preocupado por el aumento de las tensiones en el país germano, Joseph F. Rutherford, a la sazón presidente de la Sociedad Watch Tower, y Paul Balzereit, el administrador de la sucursal alemana, decidieron emprender una campaña para informar al canciller Hitler, a los funcionarios del gobierno y a la opinión pública de que los testigos de Jehová no suponían ninguna amenaza para el pueblo alemán ni para el Estado. Evidentemente, Rutherford creía que Hitler no estaba enterado de los ataques de que eran objeto, o que algunos elementos religiosos le habían suministrado información sesgada sobre ellos.

Por lo tanto, la oficina de Magdeburgo programó una asamblea en la que se valdrían del recurso de súplica a que tenían derecho los ciudadanos alemanes. Con poca antelación, se invitó a los testigos de Jehová de toda Alemania a una reunión en el Wilmersdorfer Tennishallen de Berlín, el 25 de junio de 1933. Se esperaba la asistencia de unas cinco mil personas. A pesar de la atmósfera hostil, más de siete mil tuvieron el valor de acudir. Los presentes suscribieron una resolución intitulada “Declaración de los hechos”. Aquel documento protestó por las restricciones que se habían impuesto a la obra de los Testigos, expuso claramente la postura de estos y rechazó las acusaciones de conexiones sediciosas con cualquier causa política. Afirmó:

“Se nos ha acusado injustamente ante los mandatarios de este gobierno [...]. Pedimos respetuosamente a los dirigentes de la nación que examinen justa e imparcialmente los hechos que aquí se exponen.

”No discutimos con nadie, ni con maestros religiosos, pero hemos de señalar que quienes afirman representar a Dios y a Cristo Jesús son los que comúnmente se oponen a nuestra obra y dan a los gobiernos una falsa imagen de nosotros.”

¿Una asamblea de valor, o de transigencia?

Algunas personas sostienen que la asamblea de 1933 en Berlín y la “Declaración de los hechos” constituyeron un intento de los Testigos prominentes de demostrar su apoyo al gobierno nazi y su odio por los judíos. Sin embargo, tales afirmaciones no son ciertas. Son producto de la desinformación y de una interpretación errónea de los hechos.

Por ejemplo, los críticos afirman que los Testigos decoraron el Wilmersdorfer Tennishallen con banderas que tenían la esvástica. Las fotografías de la asamblea de 1933 muestran claramente que ellos no colocaron esvásticas en la sala. Los testigos oculares confirman que no había banderas dentro del local.

Sin embargo, es posible que sí hubiera banderas en el exterior del edificio. Unas tropas de combate nazis habían utilizado la sala el 21 de junio, el miércoles previo a la asamblea. Luego, precisamente el día anterior a la misma, una multitud de jóvenes, así como unidades de las SS (las Schutzstaffel, en su origen los Camisas Negras que formaban la guardia personal de Hitler), las SA y otros asistentes celebraron el solsticio de verano en las inmediaciones. Por tanto, los Testigos que llegaron a la asamblea el domingo debieron de encontrarse con un edificio adornado con esvásticas.

Aunque hubiera habido banderas con la esvástica en el exterior de la sala, en los pasillos o hasta en el interior, los Testigos las habrían dejado donde estaban. Incluso hoy en día, cuando los testigos de Jehová alquilan instalaciones públicas para sus reuniones y asambleas, no quitan los símbolos nacionales. No obstante, no hay ninguna prueba de que ellos mismos colgaran bandera alguna, ni de que la saludaran.

Los críticos también afirman que los Testigos comenzaron la asamblea con el himno nacional alemán. En realidad, se empezó con el cántico “La gloriosa esperanza de Sión”, el número 64 de su cancionero religioso, cuya letra se adaptó a una melodía que Joseph Haydn compuso en 1797. Ese cántico había estado en el cancionero de los Estudiantes de la Biblia por lo menos desde 1905. En 1922, el gobierno alemán adoptó la melodía de Haydn, con letra de Hoffmann von Fallersleben, como su himno nacional, lo que no quitó que los Estudiantes de la Biblia alemanes, igual que los de otros países, todavía lo cantaran alguna que otra vez.

El hecho de que cantasen una canción sobre Sión difícilmente puede interpretarse como un intento de apaciguar a los nazis. Sometidos a la presión de estos antisemitas, otras iglesias habían quitado de sus himnarios y liturgias los términos hebreos, como Judá, Jehová ySión. Los testigos de Jehová no hicieron lo mismo. Por lo tanto, podemos estar seguros de que quienes organizaron la asamblea no esperaban granjearse el favor del gobierno con un cántico que ensalzaba a Sión. Es posible que algunos asambleístas se mostraran reacios a cantar “La gloriosa esperanza de Sión”, debido a que su melodía, la composición de Haydn, era también la del himno nacional.

Fotografías históricas de la asamblea que los testigos de Jehová celebraron en el Tennishallen en 1933

Declaración de intenciones

En vista del nuevo gobierno y de la agitación del país, los Testigos querían dejar bien sentada su postura. Por medio de la “Declaración” desmintieron con firmeza las acusaciones de que mantenían lazos económicos o políticos con los judíos. A este respecto, el documento declaró:

“Nuestros enemigos nos acusan falsamente de haber recibido de los judíos apoyo económico para nuestra obra. Nada más lejos de la verdad. Hasta la fecha, los judíos jamás han contribuido la menor cantidad de dinero a nuestra obra.”

Habiéndose referido al dinero, la “Declaración” pasó a denunciar las prácticas injustas del comercio a gran escala. Dijo: “Han sido los comerciantes judíos del imperio británico-americano quienes han generado y mantenido el comercio a gran escala a fin de explotar y oprimir a la gente de muchas naciones”.

Es evidente que esta afirmación no se refería al pueblo judío en general, y es lamentable si se ha malentendido y ha ofendido a alguien. Ha habido quien ha dicho que los testigos de Jehová compartían la hostilidad hacia los judíos que generalmente se enseñaba en las iglesias alemanas en aquel entonces. Esa acusación es absolutamente falsa. Por medio de sus publicaciones y de su conducta durante la era nazi, los Testigos rechazaron los criterios antisemitas y condenaron el maltrato que los nazis dispensaban a ese pueblo. La bondad con que trataron a los judíos que corrieron su misma suerte en los campos de concentración refuta de modo contundente esa calumnia.

La “Declaración” indicó claramente el carácter religioso de la obra de los Testigos, al decir: “La nuestra no es de ningún modo una organización política. Solo insistimos en enseñar la Palabra de Jehová Dios a la gente”.

El documento también recordó al gobierno sus propias promesas. Los Testigos defendían algunos nobles ideales que el gobierno alemán abanderaba públicamente, como los valores familiares y la libertad religiosa.

A este respecto, la “Declaración” añadió: “Un examen minucioso de nuestros libros y demás publicaciones pone de relieve el hecho de que los mismos elevados ideales que sostiene y promulga el actual gobierno de la nación se exponen, defienden y recalcan con firmeza en dichas obras, y muestra que Jehová Dios se encargará de que todas las personas que aman la justicia los alcancen a su debido tiempo”.

Como vemos, los Testigos jamás declararon que apoyaran al partido nazi. Es más, ejercitando el derecho a la libertad religiosa, ni siquiera pensaron en suspender su predicación pública (Mateo 24:14; 28:19, 20).

Según el Anuario de los testigos de Jehová para 1974, algunos Testigos alemanes se decepcionaron de que el tono de la “Declaración” no fuese más explícito. ¿Suavizó el texto del documento Paul Balzereit, el administrador de la sucursal? No, ya que una comparación de los textos alemán e inglés revela que ese no fue el caso. Quienes así pensaron al parecer se basaron en las impresiones subjetivas de algunos Testigos que no estuvieron directamente implicados en redactar la “Declaración”. El hecho de que Balzereit renunciara a su fe solo dos años después también pudo influir en las conclusiones a las que llegaron.

Ahora sabemos que el sábado 24 de junio de 1933, precisamente el día anterior a la asamblea de Berlín, se promulgó un decreto que proscribía a los testigos de Jehová. Los organizadores de la asamblea y la policía se enteraron varios días después. Si tenemos en cuenta el clima de tensión y la evidente hostilidad de los funcionarios nazis, es de destacar que siquiera se celebrara la asamblea. No es una exageración decir que 7.000 Testigos arriesgaron valientemente su libertad cuando asistieron a ella.

Tras la misma, los Testigos distribuyeron 2.100.000 copias de la “Declaración”. Algunos fueron arrestados de inmediato y enviados a campos de trabajo. De este modo, el gobierno nazi desveló por completo su naturaleza opresiva y violenta, y al poco tiempo atacó con todas sus fuerzas a este pequeño grupo de cristianos.

La profesora Christine King escribió: “Los nazis estaban por aprender que la fuerza bruta no subyugaría a los Testigos”. Fue tal como la “Declaración” señaló: “El poder de Jehová Dios es supremo, y no hay otro poder que sea capaz de oponerle resistencia”.

Los testigos de Jehová y la protección de los menores



Tomado de la pagina Oficial de los Testigos de Jehová




Los testigos de Jehová y la protección de los menores

A los testigos de Jehová nos repugna el abuso sexual infantil, pues seguimos el principio bíblico expuesto en Romanos 12:9. Nos parece intolerable que haya siquiera un niño víctima de tal agresión. En las últimas décadas, las revistas La Atalaya y ¡Despertad!han publicado artículos destinados a sensibilizar tanto a los testigos de Jehová como al público en general sobre la importancia y la necesidad de proteger a los niños de los abusos sexuales. Algunos de tales artículos son “Aborrezcamos lo que es inicuo” (La Atalaya del 1 de enero de 1997); “Ayuda para las víctimas del incesto” (La Atalaya del 1 de diciembre de 1991); “¡Sus hijos están en peligro!”, “¿Cómo podemos proteger a nuestros hijos?” y “Adopte medidas preventivas en el hogar” (¡Despertad! del 8 de octubre de 1993), y “El abuso sexual de menores... pesadilla de toda madre” (¡Despertad! del 22 de enero de 1985).

Cuando se acusa de abuso sexual infantil a cualquier testigo de Jehová, se espera que los ancianos de su congregación investiguen el caso. Dos ancianos se reúnen por separado con el acusado y el acusador para escuchar lo que cada uno tiene que decir al respecto. En caso de que el acusado niegue los cargos, los dos ancianos pueden citar a él y a la víctima para que repitan sus palabras en la presencia del otro, así como de otros ancianos. Si en esa reunión el acusado sigue negando que haya perpetrado el delito y no hay ningún otro testimonio que lo confirme, los ancianos no pueden tomar medidas contra la persona dentro de la congregación en ese momento. ¿Por qué no? Porque, como organización basada en la Biblia, debemos ceñirnos a lo que esta dice, a saber, que “ningún testigo solo debe levantarse contra un hombre respecto a cualquier error o cualquier pecado […]. Por boca de dos testigos o por boca de tres testigos debe quedar establecido el asunto” (Deuteronomio 19:15). Jesús confirmó este principio, como muestra Mateo 18:15-17. No obstante, si hay dos testigos de casos distintos en los que la persona cometió el mismo tipo de pecado, puede considerarse que con su testimonio basta para tomar medidas.

Ahora bien, aunque los ancianos no puedan adoptar medidas dentro de la congregación, se espera que informen de la acusación a la sucursal de los testigos de Jehová de su país, si de este modo no atentan contra las leyes nacionales de derecho a la intimidad. Además de enviar un informe a la sucursal, los ancianos tal vez estén obligados por ley a dar a conocer a las autoridades las acusaciones, aunque no estén confirmadas o probadas. En tal caso, los ancianos deben acatar la ley. Por otra parte, si la víctima desea presentar una denuncia ante las autoridades, tiene todo el derecho de hacerlo.

Cuando el acusado reconoce en la confrontación que cometió abuso sexual infantil, los ancianos toman las medidas pertinentes dentro de la congregación. Si no está arrepentido, no se le permite seguir siendo miembro de la congregación. E incluso si está arrepentido —es decir, lamenta profundamente lo que hizo y está resuelto a no volver a hacerlo—, se procede según se indica en el artículo arriba mencionado de La Atalaya del 1 de enero de 1997. Allí dice: “Para la protección de nuestros hijos, un hombre que haya abusado de menores no llena los requisitos para ocupar una posición de responsabilidad en la congregación. Además, no puede ser precursor [misionero de tiempo completo de los testigos de Jehová] ni participar en ningún otro aspecto del servicio especial de tiempo completo”. Tal persona no reúne los requisitos bíblicos para ello (1 Timoteo 3:2, 7-10). Adoptamos tales medidas porque deseamos cumplir las normas bíblicas y proteger a nuestros hijos. En nuestra organización, todos han de satisfacer los mismos requisitos, a saber, pureza física, mental, moral y espiritual (2 Corintios 7:1; Efesios 4:17-19; 1 Tesalonicenses 2:4).

En algunas ocasiones se ha nombrado para puestos en la congregación a hombres que abusaron de un menor en el pasado, con tal de que su conducta en todo otro aspecto haya sido ejemplar por décadas. En cada caso se analizan todos los factores cuidadosamente. Supongamos, por ejemplo, que hace muchos años un joven de 16 años tuvo relaciones sexuales con una muchacha de 15 años, con el consentimiento de esta. En el caso de Estados Unidos, dependiendo de la jurisdicción en la que residía en aquel momento, quizá los ancianos tuvieron que denunciar lo sucedido como un caso de abuso sexual de una menor. Digamos que han pasado veinte años. Es posible que la ley en cuanto a la denuncia de abusos de menores haya cambiado e incluso que el joven se haya casado con la muchacha. Ambos llevan desde hace tiempo vidas ejemplares y son personas respetadas. Si se diera esta situación poco común, posiblemente se podría nombrar al hombre para un puesto de responsabilidad en la congregación.

Con el paso de los años, nuestros procedimientos se han ido refinando. Cuando hemos visto que había aspectos en los que nuestras normas podían mejorar, lo hemos hecho, y aún lo seguimos haciendo. No creemos que nuestro sistema sea perfecto. Ninguna organización humana lo es. Pero sí creemos que nuestra política basada en la Biblia respecto al abuso sexual de menores es firme. Cualquier persona que ocupa un puesto de responsabilidad y comete abusos sexuales contra menores es destituida sin la menor vacilación. De ningún modo permitimos a sabiendas que sirva en otro lugar, sea porque se cambie de domicilio o porque sea trasladada.

La Biblia enseña que los seres humanos pueden arrepentirse de sus pecados y ‘volver a Dios haciendo obras propias del arrepentimiento’, y nosotros aceptamos lo que dicen las Escrituras (Hechos 26:20). Aun así, la seguridad de nuestros hijos es una cuestión primordial para nosotros, y la tomamos muy en serio.

¿Cómo Tratan Los Testigos de Jehová Los Pecados Escandalosos?


Dos hombres fueron ejecutados por lapidación y un tercero sobrevivió a la pena en el noreste de Irán a finales de diciembre, informó el domingo el diario iraní Etemad Mellin citando a defensores de los derechos humanos.

Tres hombres fueron lapidados por adulterio en el cementerio de Behesht Reza de (la ciudad de) Mashad” a finales de diciembre, informó el periódico, citando el comunicado “de abogados y de defensores de los derechos” humanos.

Uno de ellos, un ciudadano afgano llamado Mahmud, sobrevivió a la lapidación aunque quedó gravemente herido, pero los otros dos murieron”, prosiguió Eteman Melli,.

Las autoridades no hicieron comentarios sobre la información. El jefe del poder judicial, el ayatolá Mahmud Hachemi Sharudi, había emitido en 2002 un decreto que suspendía la aplicación de las penas de lapidación.

Según la ley islámica en vigor en Irán, el adulterio puede castigarse con la lapidación. Se sitúa al condenado en un agujero en la tierra hasta la cintura, si es un hombre, y hasta el cuello, si es una mujer. Se le lanzan piedras, de tamaño medio, y si sobrevive queda indultado.

Fuente de la información:

http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/22569/lapidan-a-tres-hombres-en-iran-por-adulterio/

En la actualidad es frecuente escuchar casos de adulterio entre matrimonios de todo estrato social, nivel cultural y religioso. Aunque en otras culturas el castigo es más severo, como los que se muestran en la introducción, ciertamente entre los Testigos de Jehová es inconcebible tomar la Justicia por nuestras propias manos.

Sin embargo muchas personas se preguntan, ¿Cómo tratan los Testigos de Jehová estos pecados escandalosos entre sus miembros?

Cuando se presentan pecados graves como el adulterio entre algún miembro de los Testigos de Jehová, la situación ciertamente es escandalosa muy diferente cuando si se tratara de personas que no profesan ninguna creencia religiosa o en las que sencillamente a las iglesias a las que pertenecen no hay ningún tipo de disciplina al respecto. Ciertamente, en el caso de los Testigos de Jehová este es un hecho que no puede pasarse por alto. Sin embargo, no es necesario pensar que un caso de esa índole deba tratarse de acuerdo con alguna regla humana. Como sucede en el caso de otros pecados, antes de que el individuo que hubiera cometido este mal pudiera ser aceptado por Dios y Su pueblo, tal pecador tendría que arrepentirse y claramente mostrar los frutos del arrepentimiento.

Los tratos de Dios con los israelitas indican que él, en ciertas ocasiones, perdonó hasta pecados escandalosos y persistentes. (Deu. 4:30; Isa. 55:7; 57:16-18; Zac. 1:3, 4) Jesús habló del “gozo [que hay] en el cielo por un pecador que se arrepiente.” Entonces ilustró el punto con la historia del hijo pródigo que malgastó el dinero en un derrotero de disolución con rameras. Cuando el hijo recobró el juicio, regresó y buscó el perdón por haber pecado contra el cielo y contra su padre; el padre lo perdonó afectuosamente.—Luc. 15:1-7, 11-24.

No obstante, la Biblia también muestra que el cristiano que peca y no se arrepiente debe ser expulsado de la congregación para que ésta se mantenga espiritualmente pura. (1 Cor. 5:1-5, 11-13) Eso ocurrió en el caso de un hombre de Corinto que abiertamente había llevado una vida inmoral. Las Escrituras indican que para volver a ser aceptado en la congregación un hombre como aquél tendría que arrepentirse, rechazar su derrotero inmoral, volverse y producir frutos propios del arrepentimiento. Aparentemente esto fue lo que aquel hombre hizo al poco tiempo. En Segunda a los Corintios, que se cree que fue escrita menos de un año después, el apóstol Pablo instó a la congregación a perdonar a un pecador, y manifiestamente se refería a aquel hombre expulsado que ya tendría que haberse arrepentido.—2 Cor. 2:5-10; Mat. 3:7, 8; Hech. 26:20.

Hoy día, las congregaciones de los testigos de Jehová también emplean ese procedimiento bíblico de expulsar. Y de acuerdo con este ejemplo, no hay un plazo de tiempo establecido antes de que se pueda restablecer a la persona; hay que esperar hasta que se manifieste arrepentimiento genuino, lo cual puede tomar hasta años.

Muchos tal vez indiquen que ha habido confabulación y engaño. Por ejemplo, un hombre (quizás casado) se apasiona por la esposa de otro individuo. Entonces, puede que flirteen a escondidas, se vean en secreto y haya encubiertos despliegues de pasión. Quizás se valgan de mentiras y engaños para mantener esta situación oculta de otras personas, particularmente del cónyuge inocente. Puede que con el correr del tiempo estos dos individuos huyan juntos, y después de conseguir un divorcio sin base bíblica se casen el uno con el otro. Es posible que hayan calculado muy bien el resultado, y se hayan dado cuenta de que serían expulsados. Pero piensan que “quizás en un año o algo por el estilo” podrán alegar que se han arrepentido y verse restablecidos, y de ese modo habrán logrado que las cosas hayan salido justamente como deseaban. Sin embargo, abusar de la misericordia divina es un grave error. En Gálatas 6:7 se da la seguridad de que: “De Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” El hecho de que Jehová no aprueba la fornicación se desprende de muchos textos bíblicos, y los que abrigan deseos incorrectos no deben pasar eso por alto.—Compare con Revelación 21:8; 22:15.

Si con el tiempo la persona expulsada viene a los ancianos espirituales que representan a la congregación y pide que se le restablezca, tendrá que considerarse lo que ha ocurrido, así como la actitud del malhechor. Respecto a la unidad de la fe, Pablo habló en cuanto a no dejar que “las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error” ejerzan influencia. (Efe. 4:13, 14) Eso es cierto en cuanto a evitar error doctrinal y es igualmente cierto en cuanto a evitar tener en la congregación a personas que deliberadamente hayan usado engaño y tretas para cometer iniquidad.—Compare con 2 Corintios 11:13; Salmo 101:7; 119:118.

Al considerar tal solicitud de restablecimiento el comité de ancianos querría tener presente la diferencia que hay entre la persona que sucumbe al pecado en un momento de debilidad y alguien que conspira para pecar. Recordamos que Dios le mostró misericordia a Pedro después que éste hubo negado a Jesús tres veces; sin embargo, Dios ejecutó a Ananías y Safira, quienes maquinaron en el corazón cómo llevar a cabo el engaño.—Hech. 5:1-11.

Por lo tanto, los ancianos de la congregación tienen que ejercer mucho cuidado en los casos en que haya habido pretensiones hipócritas y conspiración. Puede que la persona manifieste pesar y arrepentimiento, pero si otra vez estuviera en la situación en la cual comenzó, ¿“haría lo mismo de nuevo”? ¿Dejaría a su cónyuge por otra persona? Desde luego, ahora ha entrado en un nuevo arreglo matrimonial y por lo tanto no puede simplemente ponerle fin y regresar a la situación que existía antes; el matrimonio anterior ha terminado debido al divorcio, el adulterio y el volverse a casar. (Mat. 19:9) Sin embargo, ¿manifiesta arrepentimiento genuino el individuo, y está “aplastado” y se siente herido hasta el corazón? (Isa. 57:15) ¿Le repugna el pecado que ha cometido, más bien que simplemente sentirse triste porque se le ha expulsado y no puede disfrutar de la asociación cristiana? ¿Ha producido por suficiente tiempo, el cual no está determinado de antemano, fruto propio del arrepentimiento? Los ancianos tendrán que estar convencidos, y no tener dudas, de que hay verdadero arrepentimiento. Si no están sinceramente convencidos de que ésta es la realidad, puede que decidan esperar y reunirse de nuevo para repasar el asunto después que se haya acumulado más evidencia.

Los ancianos deben estar profundamente conscientes de la responsabilidad que tienen de proteger a la congregación, y aun así siempre deben estar conscientes de la misericordia de Dios y de Su deseo de que las personas obtengan la vida. (Rom. 2:4) Ellos comprenden que no tienen facultades sobrehumanas para leer los corazones y los motivos de manera perfecta, como sí las tiene Jehová, a quien el pecador tiene que rendir cuentas. (Heb. 4:13) Por lo tanto, se esfuerzan por dejar que lo que guíe su consideración y decisión sea la Palabra de Dios y lo que puedan determinar en cuanto a la actitud y condición de corazón de la persona expulsada. Si andando el tiempo el comité de ancianos llega a la conclusión de que el pecador se ha arrepentido verdaderamente y ha trabajado en purificar su corazón, la decisión de restablecimiento es apropiada, como en el caso del hombre de Corinto. (Sant. 4:8) Pero no hay un tiempo determinado para que eso suceda. Y aun si la congregación restablece a tal pecador, debe recordarse que él o ella todavía tendrá que ‘estar de pie ante el tribunal de Dios’ para rendir cuentas.—Rom. 14:10-12.

¿Por qué no sobrevivirá la cristiandad?


¡“Miren! Ellos han rechazado la mismísima palabra de Jehová, y ¿qué sabiduría tienen? . . . desde el profeta aun hasta el sacerdote, cada uno está obrando falsamente.”—Jer. 8:9, 10.

TAL parece que la
Jerusalén de hoy día, la ciudad que tres de las religiones principales de este mundo estiman tanto, está volviendo a desempeñar un papel de importancia mundial. ¿Resultará ser todavía la ciudad del Príncipe de Paz? ¿Resultará ser todavía el factor esencial para el establecimiento de la paz mundial? Respecto a estas cosas, ella resultará ser una desilusión para los que le atribuyen alto valor religioso. Esto no debería parecernos extraño, pues hasta la Jerusalén de la antigüedad le falló al mismísimo Dios cuyo glorioso templo coronaba la cima del monte Moría, una de sus famosas colinas.

No estemos entre las personas que hoy día emprenden el proceder que conduce a una inevitable desilusión. La cristiandad, que pone grandes esperanzas en la Jerusalén moderna, desde hace mucho ha tenido voz imperante en asuntos religiosos y políticos. A pesar de su prestigio, es posible que perdamos la vida eterna que
deseamos obtener si escuchamos lo que los voceros de ella dicen en este tiempo, el más crítico de toda la historia humana. Según la Palabra infalible del Dios a quien la cristiandad afirma adorar, ese sistema de supuesto cristianismo, de cristianismo nominal, está condenado a la destrucción, tal como lo estuvo la Jerusalén del día del profeta Jeremías. (Jer. 6:1-8) Por medio de personas plenamente dedicadas a Dios como Jeremías, se ha dado a la cristiandad la debida advertencia de la segura destrucción que le espera. Sí, tal como sucedió durante los días finales de Jerusalén en los días de Jeremías, Jehová Dios ha levantado a sus testigos ungidos a fin de que sean una moderna clase de Jeremías. (2 Cró. 36:15, 16) Con regularidad Jehová ha enviado a sus testigos cristi
anos a los miembros de las iglesias de la cristiandad como si él, por decirlo así, estuviera “madrugando diariamente y enviándolos.” (Jer. 7:25, 13) ¡Pero todo ha sido en vano!

Sin embargo, los “profetas” y “sacerdotes” de la cristiandad se han negado a prestar atención. A ellos no les gusta que otros les perturben sus “rebaños.” De modo que tranquilizan a sus “rebaños” dándoles seguridades falsas que contradicen las profecías de Dios. Así sucedió en el día de Jeremías. Así sucedió en los días de los apóstoles de Cristo. (Jer. 5:20, 21; Mat. 13:13-15; Hech. 28:25-27) ¿Queremos ser como esas personas engañadas y negarnos a prestar atención? ¡No!

CONFIANZA DESACERTADA EN AMULETO RELIGIOSO

Millones de personas hoy día cifran su confianza en una estructura religiosa que está condenada a la destrucción. El clero de la cristiandad induce a los miembros de sus iglesias a ello. El pueblo de Jerusalén y de la tierra de Judá cometió un error parecido en los días de Jeremías. No deseamos imitarlos. Jehová Dios le mandó a Jeremías que se pusiera de pie en la puerta del templo de Jerusalén y públicamente dijera a los que entraban allí las siguientes palabras:

“‘No cifren su confianza en palabras falaces, diciendo: “¡El templo de Jehová, el templo de Jehová, el templo de Jehová son ellos!” . . . Aquí están ustedes cifrando su confianza en palabras falaces... ciertamente no será de ningún provecho en absoluto. ¿Acaso se puede hurtar, asesinar y cometer adulterio y jurar en falso y hacer humo de sacrificio a Baal y andar tras otros dioses que ustedes no habían conocido, y acaso tienen que venir ustedes y estar de pie delante de mí en esta casa sobre la cual se ha llamado mi nombre, y tienen que decir: “Ciertamente seremos librados,” a pesar de hacer todas estas cosas detestables? ¿Acaso esta casa sobre la cual se ha llamado mi nombre ha llegado a ser una mera cueva de salteadores a los ojos de ustedes? He aquí que yo mismo también lo he visto,’ es la expresión de Jehová.”—Jer. 7:4-11.

Jeremías no fue autorizado para sacar del templo todas las cosas contaminadoras que habían puesto allí los que querían efectuar una fusión de la adoración de Jehová con la adoración pagana de ídolos. (Jer. 7:30, 31) Pero más de 630 años después de la destrucción de aquel templo, Jesucristo, como Hijo de Dios, limpió el templo reedificado de Jerusalén en dos ocasiones. Cuando hacía estas cosas, Jesús usó la forma de expresión que había usado Jeremías. Leemos: “Entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los que vendían palomas. Y les dijo: ‘Está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración,” pero ustedes la hacen cueva de salteadores.’” (Mat. 21:12, 13; vea también Juan 2:15, 16.) Aquel templo contaminado fue destruido en 70 E.C.

Particularmente desde 1919 E.C. la moderna clase de Jeremías ha estado llamando la atención del mundo a la condición contaminada de la cristiandad. Al mismo tiempo que los miembros de las iglesias llevan a cabo su adoración en este sistema de cosas supuestamente cristiano, toman parte en “hurtar, asesinar y cometer adulterio y jurar en falso.” Hacen sacrificios religiosos a otros dioses (Baales, Señores) además de al Señor Jesucristo. Por móviles materialistas, convierten su estructura religiosa en una “mera cueva de salteadores.” (Jer. 7:9-11) A pesar de todas estas cosas que son detestables a Jehová, los religiosos de la cristiandad alaban insinceramente a Jesucristo y lo llaman “Señor.” Les parece que debido a que hacen esto todo está bien y que su adoración es acepta a Dios y Cristo. Pero Jesucristo los sorprenderá al llamarlos “obreros del desafuero,” debido a que no hacen la voluntad de su Padre.—Mat. 7:21-23.

Al igual que los israelitas a quienes Jeremías entregó el mensaje de Jehová, los religiosos de la cristiandad consideran que el “templo” de ellos, sobre el cual invocan el nombre de Cristo, es, por decirlo así, un amuleto que los protege de experimentar calamidad a manos de Dios. Señalan a su estructura de cosas nominalmente cristianas y dicen: “¡El templo de Jehová son ellos!” (Jer. 7:4) La Iglesia Católica Romana afirma que es apostólica por medio de establecer una línea de sucesores apostólicos que se remonta hasta los mismísimos doce apóstoles de Cristo. La Iglesia Anglicana de la Gran Bretaña hace algo semejante respecto a sus “obispos” (clero episcopal). Los patriarcados de las Iglesias Ortodoxas Orientales dependen de una imaginaria sucesión ininterrumpida de sus obispos que se remonta hasta los doce apóstoles, los cuales, según arguyen ellos, tuvieron sucesores apostólicos. El papado de Roma afirma que ha sido edificado sobre el apóstol Pedro como “esta piedra” y que por eso las “puertas del infierno” no pueden prevalecer sobre él. (Mat. 16:18, 19, Nácar-Colunga) Debido a tal alegada continuidad de cosas desde el propio día de Cristo, consideran que la vida de la cristiandad, como si estuviera protegida por un amuleto, está a salvo del exterminio.

Sin embargo, si alguien cifra su confianza en esa ‘vida protegida como por un amuleto’ de la cristiandad, ¿garantiza esto que esa persona está a salvo de la calamidad y de ser destruida con ella? El apóstol Pablo advierte que en “los últimos días” la gente ‘tendría una forma de devoción piadosa mas resultaría falsa a su poder; y,’ añadió, “de éstos apártate.” (2 Tim. 3:1-5) Pues bien, si una persona ejecuta una serie de formalidades exteriores en una casa o institución que supuestamente está dedicada a Dios pero que al mismo tiempo está contaminada con una mezcla de adoración falsa y mundanalidad, ¿asegura esto que la persona está protegida de la expresión de desagrado justo por parte de Dios? Bueno, ¿qué le dijo Jehová a Jeremías que dijera a los israelitas que confiaban en el “templo” de ellos? Escuche:

“‘Sin embargo, vayan, ahora, a mi lugar que estaba en Silo [a unos 32 kilómetros al norte de Jerusalén], donde al principio hice residir mi nombre, y vean lo que le hice a causa de la maldad de mi pueblo Israel. Y ahora por la razón de que ustedes siguieron haciendo todas estas obras,’ es la expresión de Jehová, ‘y yo seguí hablándoles, madrugando y hablando, pero no escucharon, y seguí llamándolos, pero no respondieron, yo ciertamente le haré también a la casa sobre la cual se ha llamado mi nombre, en la que ustedes están confiando, y al lugar que les di a ustedes y a sus antepasados, tal como le hice a Silo. Y ciertamente los arrojaré a ustedes de delante de mi rostro, tal como arrojé a todos sus hermanos, a toda la prole de Efraín.’”—Jer. 7:12-15.

Lo que le sucedió a Silo en los días del joven profeta Samuel sacudió los sentimientos religiosos de los israelitas. Ellos confiaban en que la sagrada arca del pacto los salvara de ser derrotados por los filisteos. De modo que la sacaron del Santísimo del tabernáculo que estaba en Silo, y los infractores sacerdotales, los hijos del sumo sacerdote Elí, la llevaron al campo de batalla. Pero el Arca no los protegió de recibir las consecuencias de sus violaciones de la ley de Jehová. ¡Ay! el Arca cayó en manos de los filisteos paganos, los sacerdotes Ofni y Finees, hijos de Elí, murieron, y, al recibir las tristes noticias, el grueso sumo sacerdote Elí se desmayó, cayó hacia atrás, se quebró la cerviz y murió. Los israelitas continuaron bajo la opresión de los filisteos, y el Arca, el símbolo de la presencia de Jehová, jamás regresó a su lugar en el tabernáculo sagrado que se hallaba en Silo, aunque los filisteos idólatras plagados la enviaron de vuelta.—1 Sam. 3:1 a 7:2 inclusive.

Por medio de Jeremías, Jehová advirtió que le haría a Jerusalén lo mismo que había hecho a la anteriormente favorecida Silo. De modo que dejó que los babilonios destruyeran a Jerusalén en 607 a. de la E.C. Hasta el templo que el rey Salomón había edificado y que alojaba el arca del pacto fue demolido. El Arca misma desapareció de todo registro, y hoy día no se conoce su paradero. Después de la calamidad que le sobrevino a Silo, los filisteos dejaron que los israelitas permanecieran allí. Pero después que los babilonios destruyeron a Jerusalén y su templo, deportaron a la mayoría de los judíos sobrevivientes a la lejana Babilonia. Por fin, los pocos judíos que quedaron atrás abandonaron su tierra en terror y huyeron a Egipto. Esto dejó la entera tierra de Judá deshabitada. ¡Así Jehová arrojó de delante de su rostro a aquellos judíos infractores del pacto!

Hoy en día nosotros debemos aprender una lección de esto. No debemos depositar nuestra confianza en lo que el clero de la cristiandad cree que servirá de amuleto religioso para salvarla de la extinción. La “grande tribulación” que en breve le sobrevendrá a la cristiandad será peor que aquella que le sobrevino a Jerusalén y su templo 37 años después que Jesús hubo limpiado lo que había sido convertido en una “mera cueva de salteadores,” el templo contaminado de Jerusalén.—Mat. 24:1, 2, 21, 22.

DE SANTIDAD RELIGIOSA A CONTAMINACIÓN

Ningún verdadero amador del Dios de la Biblia pedirá en oración que jamás le sobrevenga a la cristiandad una cosa tan extraña como ésta. Jehová mandó a su profeta Jeremías que no pidiera en oración que Jerusalén y el templo profanado de ésta se salvaran de la ejecución de Su justa indignación. La moderna correspondencia de Jerusalén, la cristiandad, ha demostrado que es irreformable. Después de todos estos años en que Jehová ha estado enviando a sus testigos cristianos a advertir a la gente de la cristiandad, ella continúa en su maldad hasta tal grado que no hay perdón para ella.—Jer. 7:18-26; 5:7-9.

No debemos tener lástima de la cristiandad por el hecho de que su destrucción haya de afectar a tantas vidas humanas. El proceder de ella ha traído gran oprobio a Dios. ¿Por qué no deberíamos pensar, ante todo, en él? Él es más importante que todas las criaturas humanas. Piense en la manera en que la cristiandad con sus centenares de millones de miembros de las iglesias ha deshonrado el nombre de Él y ha perseguido a sus testigos fieles que han proclamado las advertencias y consejos salvavidas de él. ¿Sentimos más compasión por los seres humanos desobedientes, que no prestan atención, que por el nombre del Dios Altísimo? Es verdad que el que ellos perezcan con la cristiandad es lamentable, pero el proceder actual de vergonzosa conducta religiosa que ellos siguen no es menos lamentable. Como ilustración de esto, Jehová dijo:

“‘Los hijos de Judá han hecho lo que es malo a mis ojos,’ es la expresión de Jehová. ‘Han puesto sus cosas repugnantes en la casa sobre la cual se ha llamado mi nombre, a fin de contaminarla. Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinón [fuera del muro meridional de Jerusalén], a fin de quemar [¿qué?] a sus hijos y sus hijas en el fuego, cosa que yo no había mandado y que no había subido a mi corazón.’”—Jer. 7:30, 31; note Levítico 18:21; 20:2-5.

Pues bien, en cuanto a sentir lástima, ¿por quién sentimos más lástima? ¿Por los padres idólatras que se enfrentaban a un ajuste de cuentas con Jehová, o por los hijos e hijas que gritaban al ser ofrecidos como sacrificios humanos al falso dios Moloc (Rey), en un altar alto en Tofet en el valle del hijo de Hinón? (Jer. 32:35) ¿Cómo podían aquellos padres despiadados asociar semejante adoración del diabólico ídolo-dios Moloc con la adoración que se efectuaba en el santo templo que estaba situado precisamente al norte del valle? No era por mandato de Jehová que ellos ofrecían aquellos sacrificios humanos vivos a un dios falso. La idea de tales sacrificios humanos entró en el corazón de los apóstatas religiosos de entonces, pero nunca entró en el corazón de Jehová Dios. ¿Qué merecen los hombres que tratan de mezclar una adoración de esa índole con la adoración de Jehová?

En cuanto a cantidad, cuando se comparan los sacrificios de niños que hacían los renegados “hijos de Judá” en aquel entonces con los sacrificios humanos que la cristiandad ha ofrecido a sus dioses no cristianos en el transcurso de los siglos, los primeros palidecen por su insignificancia. Aunque la cristiandad ha pretendido ser el reino visible del Príncipe de Paz, ella ha ofrecido innumerables hijos e hijas al dios de la guerra, su Moloc o “Rey.” En la actualidad, en menos de un siglo ella ha sacrificado a veintenas de millones de sus más excelentes miembros jóvenes de las iglesias en las dos guerras más sanguinarias de toda la historia humana, y en muchas guerras menores. Blasfemamente la cristiandad llama esto cristianismo. ¡Ella considera tales sacrificios como “el sacrificio supremo” que obtiene para los sacrificados un pasaporte inmediato a la presencia de Cristo allá en el cielo!

LOS SACRIFICIOS QUE AGRADAN A JEHOVÁ DIOS

Jehová Dios no recomienda sacrificios de esa clase a los seguidores de su Hijo Jesucristo. Más bien, en Romanos 12:1, 2 inspiró al apóstol Pablo a escribir: “Les suplico por las compasiones de Dios, hermanos, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio. Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.” El que el cristiano presente su cuerpo como “sacrificio vivo, santo” no significa que se suicide o que haga que un sacerdote religioso le dé muerte y lo ofrezca sobre un altar. Eso no sería un “servicio sagrado con su facultad de raciocinio.” Lo que esto significa, más bien, es que el cristiano lleve una vida abnegada a favor del servicio de Dios, no que deliberadamente se haga un mártir con el propósito de ostentarse.

Por medio de continuar viviendo de un modo “acepto a Dios,” el cristiano verdadero puede ofrecer a Dios los sacrificios que se mencionan en Hebreos 13:15, 16, a saber: “Por medio de él [Cristo, el Sumo Sacerdote de Dios] ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre. Además, no olviden el hacer bien y el compartir cosas con otros, porque con dichos sacrificios Dios se agrada mucho.”

Los sacrificios que se describen de este modo no admiten el que mezclemos la adoración de Jehová con la ofrenda de víctimas humanas o animales a los dioses falsos de este mundo. (Isa. 42:8) La cosa principal que Dios desea de su pueblo es obediencia, que obedezcamos “la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.” Cuando Jehová rescató a su pueblo escogido de una opresión mortífera en el antiguo Egipto, no puso en primer lugar, como de primera importancia, el que le ofrecieran sacrificios animales: “Pero esta palabra sí les expresé en mandato a ellos, diciendo: ‘Obedezcan mi voz, y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ustedes mismos llegarán a ser mi pueblo; y tienen que andar en todo el camino que yo les mande, a fin de que les vaya bien.’” (Jer. 7:22, 23; 1 Sam. 15:22) De modo que si Jehová no exigió sacrificios animales de su pueblo escogido, mucho menos pediría de ellos sacrificios humanos. La idea de hacer sacrificios humanos, como los que se ofrecían a Baal o Moloc, ni siquiera había “subido a [su] corazón.”—Jer. 7:31.

La cristiandad, a pesar de todo su registro sangriento de derramamiento de sangre humana, no ha ofrecido a Dios los sacrificios que le agradan a él. De parte de ella no ha habido obediencia al Dios de la Biblia. (Miq. 6:6-8) Hasta este día ella no se ha arrepentido de su proceder de desobediencia, a fin de ofrecer a Dios el sacrificio apropiado. “Los sacrificios para Dios son un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y aplastado, oh Dios, no lo despreciarás.” (Sal. 51:17) ¿Merece ella que no se le castigue? ¿Quedará sin castigar? Su prototipo de la antigüedad, Jerusalén, sufrió el debido castigo, tal como Jehová dijo:

“‘Por lo tanto, ¡mira! vienen días,’ es la expresión de Jehová, ‘cuando ya no se dirá que es Tofet y el valle del hijo de Hinón, sino el valle de la matanza; y tendrán que enterrar en Tofet sin que haya suficiente lugar. Y los cuerpos muertos de este pueblo tendrán que llegar a ser alimento para las criaturas volátiles de los cielos y para las bestias de la tierra, sin que nadie los haga temblar. Y ciertamente haré cesar de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén la voz de alborozo y la voz de regocijo, la voz del novio y la voz de la novia; porque el país llegará a ser solo un lugar devastado.’”—Jer. 7:32-34; 19:6-9.

Esta solemne profecía no se realizó durante el reinado del rey Josías, quien efectuó una obra de triturar ídolos y contaminó los lugares que habían sido dedicados a la adoración de Moloc y otros dioses demoníacos. (2 Rey. 23:3-20) El convertir a Tofet y el valle de Hinón en un valle de la matanza, en el que los cadáveres de los moradores de Judá quedaran diseminados, sin tumbas que impidieran que las aves y bestias que comen carne los devoraran, ocurrió en 607 a. de la E.C., cuando, después de un largo sitio, Jerusalén cayó ante los babilonios y los miserables sobrevivientes fueron deportados y la ciudad quedó convertida en una devastación. Por 70 años Jerusalén y Judá permanecieron desoladas.—2 Cró. 36:17-21.

A la cristiandad de hoy día, culpable de derramamiento de sangre, con sus costumbres paganas, sus tradiciones hechas por el hombre y su mezcla de filosofías paganas con enseñanzas bíblicas, no le irá mejor que a su prototipo de la antigüedad. No escapará de participar en el cumplimiento de la siguiente profecía de Jehová: “Una gran tormenta misma será levantada desde las partes más remotas de la tierra. Y los muertos por Jehová ciertamente llegarán a estar en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el mismísimo otro extremo de la tierra. No serán plañidos, ni serán recogidos ni enterrados. Quedarán como estiércol sobre la superficie del suelo.” (Jer. 25:32, 33) ¡No! La cristiandad no sobrevivirá a la inminente “grande tribulación.” (Mat. 24:1, 2, 21, 22) Además, ¡todo el resto del imperio mundial de la religión falsa la seguirá de cerca a la destrucción!

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¿Son los testigos de Jehová una secta peligrosa?


SE ACUSÓ a Jesucristo de ser borracho, glotón, violador del sábado, falso testigo, blasfemo y mensajero de Satanás. También se le inculpó de subversión. (Mateo 9:34; 11:19; 12:24; 26:65; Juan 8:13; 9:16; 19:12.)

Después de la muerte y resurrección de Jesús, sus discípulos fueron de igual modo el blanco de graves acusaciones. Una muchedumbre arrastró a un grupo de cristianos del siglo primero ante los gobernantes de la ciudad, clamando: ‘Estos hombres han trastornado la tierra habitada’. (Hechos 17:6.) En otra ocasión, se llevó al apóstol Pablo y a su compañero Silas ante las autoridades y se les acusó de turbar muchísimo la ciudad de Filipos. (Hechos 16:20.)

Más tarde se acusó a Pablo de ser “un individuo pestilente [...] que promueve sediciones entre todos los judíos por toda la tierra habitada”, así como de querer “profanar el templo”. (Hechos 24:5, 6.) Los judíos principales de Roma reflejaron con exactitud la situación de los seguidores de Jesús cuando reconocieron: “Porque, verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella”. (Hechos 28:22.)

Está claro, pues, que había quien consideraba a esa nueva comunidad fundada por Jesús como una agrupación religiosa con ideas y prácticas radicales que chocaban con el comportamiento social aceptado entonces. Sin duda, muchas personas de hoy hubieran considerado a los cristianos una secta destructiva. Los opositores eran con frecuencia miembros eminentes y respetados de la sociedad, lo que daba más peso a sus acusaciones. Muchos creyeron las acusaciones lanzadas contra Jesús y sus discípulos. No obstante, como probablemente sepa, cada uno de esos cargos era falso. El hecho de que la gente dijera esas cosas no las hacía verdaderas.

¿Y hoy día? ¿Sería exacto referirse a los testigos de Jehová como una agrupación religiosa con ideas y prácticas que chocan con la conducta social aceptada? ¿Son los testigos de Jehová una secta peligrosa?