Cuando apenas tenía 18 años, Charles T. Rusell comenzó, en 1870, un pequeño círculo de lectura de la Biblia en su natal Allegheny, Pensilvania, Estados Unidos, con tal éxito que en 1879 lograron sacar a la luz pública el primer número de la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence, que en español se conoce como La Atalaya, cuyo tiraje actual es de 23 millones de ejemplares. A la muerte de Rusell, en 1916, la organización había alcanzado ya proyección internacional.
Lo sucedió Joseph Franklin Rutherford, quien en 1931 mutó el nombre a Testigos de Jehová. En 1942 quedó al frente Nathan H. Knorr, quien modernizó a la organización. Bajo su dirección comenzó a trabajarse la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, una versión literal que “presenta fielmente lo que dicen los escritos originales”, según sus congregantes. Esta versión tiene muchos detractores, entre católicos y evangélicos, que argumentan que la versión está mutilada o tergiversada.
Cada año celebran la Santa Cena del Señor, para lo cual llegan a rentar estadios. En 1929 se abrió la primera sucursal de Testigos en el Distrito Federal, con 30 congregados. A partir de 1986 México ocupó el segundo lugar en membresía mundial con un registro de 366 mil 500 predicadores, sólo después de Estados Unidos. Actualmente la organización agrupa a más de seis millones de fieles en el mundo.
Jorge Reyes, predicador de la congregación que se reúne en el salón del Reino de la avenida Niños Héroes, en el Distrito Federal, sintetizó algunos principios de su confesión:
La Biblia los insta a cumplir con la familia y el trabajo es el medio para obtener la vida. Son siervos de Dios y todo lo hacen para su gloria. Pueden comer de todo, sólo está prohibido ingerir sangre. Un alimento que no ha sido desangrado no lo pueden comer por mandato divino.
Las transfusiones no son necesarias. Quien recibe una transfusión puede tener riesgos en su salud, como infecciones, y hasta la muerte. El único que va a corregir los problemas económicos, morales, sociales o de salud es el reino de Dios.
Los domingos se reúnen durante una hora 40 minutos. La primera media hora es un discurso bíblico y la siguiente hora es el estudio de la Atalaya. Los más adelantados en el estudio de la Biblia llegan a ser superintendentes o ancianos de la congregación.
No festejan los cumpleaños, porque los que menciona la Biblia ocasionaron muertes y afirma que “Es mejor el día que mueres que cuando naces”. Una persona puede casarse de nuevo sólo en dos situaciones: cuando el cónyuge muere o cuando le es infiel.
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