¿Cómo llegó a ser canciller —y dictador— de Alemania el tirano Adolf Hitler? Fue por la intriga política de un caballero papal a quien el anterior canciller alemán, Kurt von Schleicher, describió como “la clase de traidor al lado del cual Judas Iscariote es un santo”. Este fue Franz von Papen, quien dirigió a la Acción Católica y a los líderes industriales en su oposición al comunismo y unió a Alemania bajo Hitler. Como parte de una componenda, se nombró vicecanciller a Von Papen. Hitler envió una delegación encabezada por Von Papen a Roma para negociar un concordato entre el Estado nazi y el Vaticano. El papa Pío XI dijo a los enviados alemanes que se alegraba mucho de que “el gobierno alemán ahora estuviera bajo la dirección de un hombre que se opone inflexiblemente al comunismo”, y el 20 de julio de 1933, en una ceremonia elaborada en el Vaticano, el cardenal Pacelli (quien pronto llegaría a ser el papa Pío XII) firmó el concordato.
Un historiador escribe: “El Concordato [con el Vaticano] fue una gran victoria para Hitler. Le dio el primer apoyo moral que había recibido del mundo exterior, y esto, de la fuente más ensalzada”. Durante las celebraciones en el Vaticano, Pacelli confirió a Von Papen la elevada decoración papal de la Gran Cruz de la Gran Orden de Pío. Winston Churchill, en su libro The Gathering Storm (La tempestad se forma), publicado en 1948, dice que Von Papen también usó “su reputación de buen católico” para obtener apoyo eclesiástico para los nazis cuando estos se apoderaron de Austria. En 1938, en honor del cumpleaños de Hitler, el cardenal Innitzer ordenó que todas las iglesias de Austria enarbolaran la esvástica, tocaran las campanas y oraran por el dictador nazi.
Por lo tanto, ¡el Vaticano tiene una terrible culpa de derramamiento de sangre! Como la parte más prominente de Babilonia la Grande, desempeñó un papel significativo en poner a Hitler en el poder y darle apoyo “moral”. El Vaticano fue más allá de eso al consentir tácitamente en las atrocidades de Hitler. Durante la larga década del terror nazi, el pontífice romano se mantuvo callado mientras centenares de miles de soldados católicos peleaban y morían por la gloria del régimen nazi y se quitaba la vida a otros millones de desafortunados en las cámaras de gas de Hitler.
Los obispos católicos alemanes hasta dieron apoyo franco a Hitler. En el mismo día que Japón —socio de Alemania durante la guerra en aquel tiempo— lanzó el ataque inesperado sobre Pearl Harbor, el periódico The New York Times publicó este informe: “La Conferencia de Obispos Católicos Alemanes reunida en Fulda ha recomendado que se introduzca una ‘oración bélica’ especial que ha de ser leída al principio y al fin de todos los servicios divinos. La oración suplica a la Providencia que bendiga con victoria las armas alemanas y otorgue protección a la vida y salud de todos los soldados. Los obispos también dieron al clero católico la instrucción de guardar una observancia y recordar en un sermón dominical especial por lo menos una vez al mes a los soldados alemanes ‘en tierra, mar y aire’”.
Si no hubiera habido amores entre el Vaticano y los nazis, el mundo quizás se habría ahorrado la agonía de que veintenas de millones de soldados y civiles murieran en la guerra, de que seis millones de judíos fueran asesinados por “no ser arios”, y —algo muy precioso a los ojos de Jehová— de que miles de sus Testigos, tanto de los ungidos como de las “otras ovejas”, sufrieran grandes atrocidades, incluso el que muchos Testigos murieran en campos de concentración nazis. (Juan 10:10, 16.)
Un historiador escribe: “El Concordato [con el Vaticano] fue una gran victoria para Hitler. Le dio el primer apoyo moral que había recibido del mundo exterior, y esto, de la fuente más ensalzada”. Durante las celebraciones en el Vaticano, Pacelli confirió a Von Papen la elevada decoración papal de la Gran Cruz de la Gran Orden de Pío. Winston Churchill, en su libro The Gathering Storm (La tempestad se forma), publicado en 1948, dice que Von Papen también usó “su reputación de buen católico” para obtener apoyo eclesiástico para los nazis cuando estos se apoderaron de Austria. En 1938, en honor del cumpleaños de Hitler, el cardenal Innitzer ordenó que todas las iglesias de Austria enarbolaran la esvástica, tocaran las campanas y oraran por el dictador nazi.
Por lo tanto, ¡el Vaticano tiene una terrible culpa de derramamiento de sangre! Como la parte más prominente de Babilonia la Grande, desempeñó un papel significativo en poner a Hitler en el poder y darle apoyo “moral”. El Vaticano fue más allá de eso al consentir tácitamente en las atrocidades de Hitler. Durante la larga década del terror nazi, el pontífice romano se mantuvo callado mientras centenares de miles de soldados católicos peleaban y morían por la gloria del régimen nazi y se quitaba la vida a otros millones de desafortunados en las cámaras de gas de Hitler.
Los obispos católicos alemanes hasta dieron apoyo franco a Hitler. En el mismo día que Japón —socio de Alemania durante la guerra en aquel tiempo— lanzó el ataque inesperado sobre Pearl Harbor, el periódico The New York Times publicó este informe: “La Conferencia de Obispos Católicos Alemanes reunida en Fulda ha recomendado que se introduzca una ‘oración bélica’ especial que ha de ser leída al principio y al fin de todos los servicios divinos. La oración suplica a la Providencia que bendiga con victoria las armas alemanas y otorgue protección a la vida y salud de todos los soldados. Los obispos también dieron al clero católico la instrucción de guardar una observancia y recordar en un sermón dominical especial por lo menos una vez al mes a los soldados alemanes ‘en tierra, mar y aire’”.
Si no hubiera habido amores entre el Vaticano y los nazis, el mundo quizás se habría ahorrado la agonía de que veintenas de millones de soldados y civiles murieran en la guerra, de que seis millones de judíos fueran asesinados por “no ser arios”, y —algo muy precioso a los ojos de Jehová— de que miles de sus Testigos, tanto de los ungidos como de las “otras ovejas”, sufrieran grandes atrocidades, incluso el que muchos Testigos murieran en campos de concentración nazis. (Juan 10:10, 16.)
1 comentarios:
Pregunto: Existe algun caso de testigo de Jehova que haya muerto en camara da gas??
Pues he leido mucho sobre la inexistencia de las camaras de gas con el fin de exterminar gente.
Hay pruebas que demuestran la inexistencia de las mismas y de la falsedad de las actuales, ya que se dice fueron construidas despues del dominio Nazi.
Saludos
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