ERA el 28 de febrero de 1993. Más de cien agentes de una brigada especial atacaron un complejo de edificios que albergaba a decenas de hombres, mujeres y niños. El objetivo era descubrir armas ilegales y arrestar a un presunto delincuente. No obstante, una lluvia de balas procedente del interior de los edificios tomó a los agentes por sorpresa. La brigada repelió la agresión.
Esta confrontación arrojó un saldo de diez muertos y varios heridos. Durante los cincuenta días siguientes, cientos de agentes del gobierno sitiaron el complejo con suficientes armas como para librar una pequeña guerra. En el enfrentamiento final murieron 86 personas, entre ellas, por lo menos diecisiete niños.
Pero ¿quién era el enemigo? ¿Un ejército de traficantes de drogas? ¿Un grupo guerrillero? No. Como posiblemente sepa, el “enemigo” era una agrupación religiosa, una secta. Su tragedia hizo de una discreta comunidad de las llanuras del centro de Texas (E.U.A.) el foco de la atención internacional. Los medios de comunicación inundaron las ondas de radio y televisión y la página impresa de un aluvión de informes, análisis y comentarios sobre los peligros de las sectas fanáticas.
Se recordó al público ocasiones anteriores en las que los dirigentes de algunas sectas llevaron a la muerte a sus seguidores: los asesinatos de Manson en 1969 en California, el suicidio masivo de los miembros de una secta en 1978 en Jonestown (Guyana) y el pacto de asesinato-suicidio concebido por la líder coreana Park Soon-ja, que resultó en la muerte de 32 personas. Es digno de mención el hecho de que muchas de estas personas decían ser cristianas y creer en la Biblia.
No sorprende que a mucha gente que respeta la Biblia como la Palabra de Dios le consterne la desvergonzada manipulación que estas sectas hacen de las Escrituras. Por este motivo, con el transcurso de los años se han formado centenares de organizaciones para el control y la denuncia de las sectas peligrosas. Los expertos en comportamiento sectario predicen que el advenimiento de un nuevo milenio dentro de pocos años puede desencadenar la proliferación de este tipo de sectas. Un semanario observó que, según las agrupaciones antisectarias, hay miles de sectas “preparadas para arrebatar su cuerpo, controlar su mente y corromper su alma. [...] Pocas están armadas, pero a muchas se las considera peligrosas. Lo seducirán y le quitarán el dinero, lo casarán y lo enterrarán”.
Esta confrontación arrojó un saldo de diez muertos y varios heridos. Durante los cincuenta días siguientes, cientos de agentes del gobierno sitiaron el complejo con suficientes armas como para librar una pequeña guerra. En el enfrentamiento final murieron 86 personas, entre ellas, por lo menos diecisiete niños.
Pero ¿quién era el enemigo? ¿Un ejército de traficantes de drogas? ¿Un grupo guerrillero? No. Como posiblemente sepa, el “enemigo” era una agrupación religiosa, una secta. Su tragedia hizo de una discreta comunidad de las llanuras del centro de Texas (E.U.A.) el foco de la atención internacional. Los medios de comunicación inundaron las ondas de radio y televisión y la página impresa de un aluvión de informes, análisis y comentarios sobre los peligros de las sectas fanáticas.
Se recordó al público ocasiones anteriores en las que los dirigentes de algunas sectas llevaron a la muerte a sus seguidores: los asesinatos de Manson en 1969 en California, el suicidio masivo de los miembros de una secta en 1978 en Jonestown (Guyana) y el pacto de asesinato-suicidio concebido por la líder coreana Park Soon-ja, que resultó en la muerte de 32 personas. Es digno de mención el hecho de que muchas de estas personas decían ser cristianas y creer en la Biblia.
No sorprende que a mucha gente que respeta la Biblia como la Palabra de Dios le consterne la desvergonzada manipulación que estas sectas hacen de las Escrituras. Por este motivo, con el transcurso de los años se han formado centenares de organizaciones para el control y la denuncia de las sectas peligrosas. Los expertos en comportamiento sectario predicen que el advenimiento de un nuevo milenio dentro de pocos años puede desencadenar la proliferación de este tipo de sectas. Un semanario observó que, según las agrupaciones antisectarias, hay miles de sectas “preparadas para arrebatar su cuerpo, controlar su mente y corromper su alma. [...] Pocas están armadas, pero a muchas se las considera peligrosas. Lo seducirán y le quitarán el dinero, lo casarán y lo enterrarán”.
¿Qué es una secta peligrosa?
El término “secta peligrosa” ha sido utilizado con cierta imprecisión por quienes no son conscientes de sus connotaciones.
Una obra reciente, el Diccionario Esencial Santillana de la Lengua Española, da como segunda acepción del término “secta”: “Conjunto de seguidores de una doctrina, filosofía o religión considerada falsa o peligrosa por el que habla”.
La revista Newsweek explica que las sectas peligrosas “son normalmente grupos pequeños y marginales cuyos miembros derivan su identidad y propósito de un líder carismático”. Del mismo modo, la revista Asiaweek dice que “el término es vago, pero normalmente denota un nuevo credo religioso formado en torno a un líder carismático, que suele proclamarse la personificación de Dios”.
El lenguaje utilizado en la resolución conjunta del Centésimo Congreso del Estado de Maryland (E.U.A.) también transmite una connotación peyorativa de este tipo de sectas. La resolución expresa que la secta peligrosa es “un grupo o movimiento que manifiesta devoción excesiva a una persona o idea, y emplea técnicas de manipulación poco éticas para persuadir y controlar al individuo a fin de promover las metas de su líder”.
Está claro, pues, que por lo general se entiende que las sectas peligrosas son agrupaciones religiosas con puntos de vista y prácticas radicales que chocan con la conducta social aceptada como normal en la actualidad. Suelen tener también ritos secretos. Muchas de estas sectas se aíslan en comunas. Acostumbran a dar devoción incondicional y exclusiva a un líder autoproclamado. A menudo este se jacta de haber sido escogido por Dios o incluso de ser de naturaleza divina.
En ocasiones, las organizaciones antisectarias y los medios de comunicación han calificado a los testigos de Jehová de secta peligrosa. Varios artículos periodísticos recientes han incluido a los testigos de Jehová entre las agrupaciones religiosas de actividades cuestionables. Pues bien, ¿es exacto referirse a los testigos de Jehová como un pequeño grupo religioso marginal? Los miembros de estas sectas suelen aislarse de los amigos, la familia e incluso la sociedad en general. ¿Es ese el caso de los testigos de Jehová? ¿Utilizan los Testigos técnicas engañosas y contrarias a la ética para conseguir adeptos?
Se conoce a los líderes de estas sectas por sus métodos para controlar la mente de sus seguidores. ¿Hay prueba de que los testigos de Jehová usen esos métodos? ¿Celebran servicios religiosos secretos? ¿Siguen y veneran a algún líder humano? ¿Puede decirse con honradez que los testigos de Jehová sean una secta peligrosa?
1 comentarios:
LOS TESTIGOS SON UNA SECTA PELIGROSA EN TODO EL MUNDO VASTA CON CONOCER A UNO!!PARA DARSE CUENTA
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