Los Testigos de Jehová Calumniados...

"Porque, verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella”.(Hechos 28:22)

La infalibilidad y los cristianos primitivos



LA DOCTRINA de la infalibilidad está estrechamente vinculada a la de la “primacía”, o poder supremo, del Papa. Según la Enciclopedia Cattolica, “los textos bíblicos que establecen la primacía dan testimonio de la i[nfalibilidad] pontificia”. En apoyo de esta doctrina, la misma obra cita los siguientes versículos, en los que Cristo se dirige a Pedro.

Mateo 16:18: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

Lucas 22:32: “Pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos”.

Juan 21:15-17: “Apacienta mis corderos”. “Apacienta mis ovejas.” “Apacienta mis ovejas.” (Biblia de Jerusalén.)

Según la iglesia católica, los versículos que se acaban de mencionar deberían demostrar tres cosas. Primero, que Pedro era el “príncipe de los apóstoles”, es decir, el que tenía primacía entre ellos; segundo, que era infalible, y tercero, que tendría “sucesores” que compartirían sus prerrogativas, la primacía y la infalibilidad.

Sin embargo, respecto a esto, el catedrático de Historia de la Iglesia Giuseppe Alberigo hace estos significativos comentarios: “Como es sabido, en el NT [Nuevo Testamento] nunca aparecen las palabras ‘papa’ o ‘papado’. La única figura dominante es la de Jesús de Nazaret; entre los discípulos, y particularmente entre los apóstoles, es muy problemático reconocer, sobre la base de los textos, una figura que emerja por encima de todas las demás. Pedro, Juan, Santiago, Pablo, todos ellos constituyen figuras igual de destacadas y significativas, diferentes entre sí y complementarias. No hay duda de que a Pedro se le presenta como uno de los apóstoles a los que Cristo habló con más frecuencia, aunque no el único ni el más importante”.

¿Qué creían los cristianos primitivos? El profesor Alberigo responde: “En los primeros siglos no existe ninguna doctrina ni praxis sobre la figura del Papa o sus funciones. [...] La posibilidad de que hubiese un ‘episcopus episcoporum’ [obispo de obispos] fue una aberración para Cipriano [escritor del siglo III], como él mismo afirmó en el sínodo de Cartago”.

¿Cuándo arraigó la doctrina del papado? El profesor Alberigo contesta: “A finales del siglo IV se hace más insistente el derecho de la iglesia romana a ejercer una función apostólica, es decir, a coordinar las iglesias occidentales”. Alberigo añade que “el concepto del ‘principado’ de Pedro entre los apóstoles, basado en Mat. 16:18”, surgió “durante el episcopado de León I [siglo V]”. “En el NT no se encuentra ninguna indicación de Jesús concerniente a los sucesores de Pedro ni de los otros apóstoles.”

Pero, ¿apoyan algunos versículos, como Mateo 16:18 —el que con más frecuencia citan los teólogos—, la doctrina del papado?

¿Quién es la preciosa “piedra” de fundamento?

“Tú eres Pedro [griego: Pé·tros], y sobre esta piedra [griego: pé·trai] edificaré mi Iglesia.” Para la iglesia católica, la estrecha similitud entre ambos términos muestra que Pedro es la piedra de fundamento de la Iglesia verdadera, o congregación cristiana. Pero la Biblia dice mucho sobre la simbólica piedra, por lo que es necesario examinar otros versículos para llegar a una conclusión correcta. (Mateo 16:18, Biblia de Jerusalén.)

Importantes profecías de las Escrituras Hebreas ya habían anunciado la venida de una piedra de fundamento simbólica y el doble papel que esta desempeñaría. Iba a ser un instrumento de salvación para los que ejerciesen fe: “Aquí voy a colocar como fundamento en Sión una piedra, una piedra probada, el precioso ángulo de un fundamento seguro. Nadie que ejerza fe será sobrecogido de pánico”. (Isaías 28:16.) Paradójicamente, iba a ser una roca sobre la que los israelitas no creyentes tropezarían: “La piedra que los edificadores rechazaron ha llegado a ser cabeza del ángulo”. (Salmo 118:22.) “Como piedra contra la cual dar y como roca sobre la cual tropezar para ambas casas de Israel.” (Isaías 8:14.)

¿Era posible que un simple hombre, especialmente el impulsivo Pedro, desempeñase el doble papel de la simbólica piedra? (Mateo 26:33-35, 69-75; Marcos 14:34-42.) ¿En quién deberíamos ejercer fe a fin de obtener salvación: en Pedro, o en alguien mayor? ¿Sobre quién tropezaron los israelitas: sobre Pedro, o sobre Jesús? Las Escrituras indican con claridad que las profecías relacionadas con esa preciosa piedra no se cumplieron en Pedro, sino en el Hijo de Dios, Jesucristo. Como se muestra en Mateo 21:42-45, Jesús se aplicó a sí mismo las profecías de Isaías y Salmo 118.

De acuerdo con lo que leemos en 1 Pedro 2:4-8, el propio Pedro consideraba que la piedra de fundamento era Jesús, no él. En una ocasión anterior, al hablar a los líderes religiosos judíos, confirmó que “Jesucristo el Nazareno” era “la piedra que fue tratada por ustedes los edificadores como de ningún valor, que ha llegado a ser cabeza del ángulo”. (Hechos 4:10, 11.)

El apóstol Pablo opinaba lo mismo, como puede verse en textos como Romanos 9:31-33, 1 Corintios 10:4 y Efesios 2:20; en este último versículo se confirma el hecho de que los miembros de la congregación cristiana han sido “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular de fundamento”. Él es también el “cabeza de la congregación”, a la que dirige desde los cielos. “Estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas”, dijo Jesús. (Efesios 1:22; 5:23; Mateo 28:20; Colosenses 1:18.)

Pedro: ¿un Papa, u otro igual que los demás?

¿Qué instrumento usó Jesús después de ascender al cielo para dirigir la obra de sus seguidores fieles? ¿Nombró a uno de ellos su “vicario” con poderes supremos, para que actuara como un Papa? No, no estableció una forma de gobierno monárquica sobre la congregación. Lo que hizo fue depositar el cuidado del rebaño en manos de un cuerpo, un grupo de siervos fieles. En sus comienzos, la congregación cristiana estaba dirigida por el entero cuerpo de los doce apóstoles, junto con ancianos de la congregación de Jerusalén.

Fueron los doce apóstoles quienes, colectivamente, decidieron cómo se iban a satisfacer las necesidades materiales de los indigentes. (Hechos 6:1-6.) También fueron los doce los que, como cuerpo, decidieron quiénes deberían ser enviados a los samaritanos cuando estos aceptaron las buenas nuevas, y escogieron a Pedro y Juan. Parece ser que en esta ocasión, Pedro, lejos de tomar sus propias decisiones, simplemente fue uno de aquellos a quienes los apóstoles “despacharon”. (Hechos 8:14.)

Finalmente, durante la asamblea celebrada en Jerusalén alrededor del año 49 E.C., “los apóstoles y ancianos” decidieron sobre la base de las Escrituras que no era necesario circuncidar a los gentiles que se habían convertido al cristianismo. (Hechos 15:1-29.) Este relato histórico indica claramente que no fue Pedro, sino Santiago, el medio hermano de Jesús, quien presidió aquella asamblea. Y hasta se registra que cerró la sesión con las palabras: “Es mi decisión el no perturbar a los de las naciones que están volviéndose a Dios”. (Hechos 15:19.) ¿Hubiera podido hablar Santiago de ‘su decisión’ si Pedro, que estaba presente, hubiese tenido la primacía entre los apóstoles?

Cuando el apóstol Pablo mencionó los diversos ministerios que contribuían a la edificación de la congregación, no habló del llamado magisterio del Papa, sino, más bien, del servicio colectivo de todos los apóstoles. (1 Corintios 12:28; Efesios 4:11, 12.)

Debido a su celo e iniciativa, no hay duda de que Pedro desempeñó un papel “considerable”, como escribe Alberigo. Jesús le dio “las llaves del reino de los cielos”. (Mateo 16:19.) Él usó estas llaves simbólicas para abrir la oportunidad de entrar en el Reino de los cielos a los judíos, los samaritanos y los gentiles. (Hechos 2:14-40; 8:14-17; 10:24-48.) También recibió la responsabilidad de ‘atar’ y ‘desatar’, labor que compartió con los demás apóstoles. (Mateo 16:19; 18:18, 19.) Tenía que pastorear a la congregación cristiana, algo que todos los superintendentes cristianos deben hacer. (Hechos 20:28; 1 Pedro 5:2.)

Sin embargo, debido a sus cualidades cristianas, otros apóstoles, además de Pedro, también fueron “sobresalientes”. Pablo habló de “los que parecían ser columnas” de la congregación, con referencia a “Santiago y Cefas [Pedro] y Juan”. (Gálatas 2:2, 9.) Santiago, el medio hermano de Jesús, desempeñó una función particularmente importante. Como se mencionó antes, presidió la asamblea de Jerusalén, y hay varios relatos más que confirman su sobresaliente papel. (Hechos 12:17; 21:18-25; Gálatas 2:12.)

Dios otorgó gran poder a los discípulos fieles de Jesús, entre otras cosas, la capacidad de hacer milagros. Pero en ninguna parte leemos que les diese el poder de pronunciar declaraciones infalibles. A pesar de la fidelidad que demostró, Pedro cometió errores. Fue reprendido por Jesús, y en una ocasión el apóstol Pablo lo corrigió en público. (Mateo 16:21-23; 26:31-34; Gálatas 2:11-14.)

Solo las Escrituras, por ser la Palabra de Dios, son infalibles. Pedro habló de “la palabra profética” a la que había que prestar atención como a una lámpara que resplandece. (2 Pedro 1:19-21.) Si queremos saber cuál es la voluntad de Dios, entonces debemos confiar totalmente en Su Palabra “viva”. (Hebreos 4:12.) Solo la Palabra de Dios, y no una definición ambigua hecha por líderes religiosos, ofrece las verdades indiscutibles que la humanidad tanto necesita. En nuestro tiempo, Cristo Jesús también está utilizando a un grupo de siervos suyos —falibles, pero fieles— que recibe el nombre de “esclavo fiel y discreto”. (Mateo 24:45-47.)

¿Quiénes componen hoy día este esclavo simbólico? Mediante un estudio serio de la Biblia podrá identificarlo. Los testigos de Jehová tendrán mucho gusto en ayudarle.

[Pregunta para reflexión]

¿Quién fue la piedra de fundamento: el fiel Cristo, o Pedro, el apóstol que lo negó tres veces?

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¿Son los testigos de Jehová una secta peligrosa?


SE ACUSÓ a Jesucristo de ser borracho, glotón, violador del sábado, falso testigo, blasfemo y mensajero de Satanás. También se le inculpó de subversión. (Mateo 9:34; 11:19; 12:24; 26:65; Juan 8:13; 9:16; 19:12.)

Después de la muerte y resurrección de Jesús, sus discípulos fueron de igual modo el blanco de graves acusaciones. Una muchedumbre arrastró a un grupo de cristianos del siglo primero ante los gobernantes de la ciudad, clamando: ‘Estos hombres han trastornado la tierra habitada’. (Hechos 17:6.) En otra ocasión, se llevó al apóstol Pablo y a su compañero Silas ante las autoridades y se les acusó de turbar muchísimo la ciudad de Filipos. (Hechos 16:20.)

Más tarde se acusó a Pablo de ser “un individuo pestilente [...] que promueve sediciones entre todos los judíos por toda la tierra habitada”, así como de querer “profanar el templo”. (Hechos 24:5, 6.) Los judíos principales de Roma reflejaron con exactitud la situación de los seguidores de Jesús cuando reconocieron: “Porque, verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella”. (Hechos 28:22.)

Está claro, pues, que había quien consideraba a esa nueva comunidad fundada por Jesús como una agrupación religiosa con ideas y prácticas radicales que chocaban con el comportamiento social aceptado entonces. Sin duda, muchas personas de hoy hubieran considerado a los cristianos una secta destructiva. Los opositores eran con frecuencia miembros eminentes y respetados de la sociedad, lo que daba más peso a sus acusaciones. Muchos creyeron las acusaciones lanzadas contra Jesús y sus discípulos. No obstante, como probablemente sepa, cada uno de esos cargos era falso. El hecho de que la gente dijera esas cosas no las hacía verdaderas.

¿Y hoy día? ¿Sería exacto referirse a los testigos de Jehová como una agrupación religiosa con ideas y prácticas que chocan con la conducta social aceptada? ¿Son los testigos de Jehová una secta peligrosa?